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Savor the wonders of spring in Santa Fe, while reading, dancing, planting, bird-feeding, cooking, observing nature, playing math and, perhaps, finding the silver linings of a monstrous year!
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Por Judy Reinhartz / Traducción por Mitchell Rocha <br><br> Combinar la literatura con las matemáticas duplica las oportunidades de aprendizaje. Traducción de "Counting on Literature" de nuestra publicación de Primavera 2020. El entrelazar la literatura infantil con las matemáticas ha cobrado impulso en la educación por numerosas razones. Una de las más poderosas ha sido el hecho de que la competencia matemática está ligada a la competencia lectora. El apoyar el aprendizaje de las matemáticas a través de la literatura ofrece oportunidades de duplicar el aprendizaje de los niños. Las matemáticas son más que un asunto de contenido, son también un asunto de lenguaje. Pero aún más importante, los libros provocan el interés de los alumnos y, al hacerlo, promueven el uso del vocabulario matemático, involucran a los alumnos en tareas matemáticas significativas y los incita a hacer conexiones de aprendizaje. El uso de la literatura tiene muchos beneficios, entre ellos, el humanizar el aprendizaje matemático, haciendo las matemáticas más cotidianas y accesibles, y sirviendo como una herramienta útil que demuestra interconectividad en el aprendizaje. Actualmente me encuentro compartiendo con varios maestros, como parte de la iniciativa de literatura y matemáticas de MathAmigos, muchos méritos de usar la literatura para enseñar varios conceptos matemáticos en los grados de Kínder a 6to. Muchos de los libros que se sugieren abajo han sido probados por los maestros participantes. Me complace informar que sus alumnos están recibiendo estos libros con gran entusiasmo, ya que son utilizados para introducir, revisar y reforzar conceptos específicos de nivel de grado. I’m Trying to Love Math (2019), por Bethany Barton, lleva a los alumnos a una divertida e increíble aventura, demostrando cómo se usan las matemáticas. Este libro atrae a los lectores y los lleva a reflexionar sobre sus sentimientos acerca de las matemáticas. Al final del libro, verán las matemáticas desde una nueva perspectiva. El diálogo en este libro indica lo que todos nosotros, en algún momento u otro, probablemente sentimos acerca de las matemáticas; es una confirmación poner estos sentimientos en palabras. Qué rica discusión pueden tener padres y maestros con sus hijos y estudiantes, comenzando con la frase: “Si me preguntas, las matemáticas no son muy agradables”. Hacer que los niños unan emociones a un tema como las matemáticas, es un primer paso importante para entenderlas, y el libro de Barton inicia la conversación. La literatura lleva a los lectores a viajes matemáticos indirectos, integrando problemas reales y situaciones de interés a través de sus personajes, escenarios y tramas. La literatura hace su mejor trabajo cuando le da a las matemáticas un rostro humano; de lo contrario se reduce a aritmética. En su poema Arithmetic, Carl Sandburg lo describe como “números que exprimes de tu cabeza a tu mano, del lápiz al papel, hasta que obtienes la respuesta”. Tomemos, por ejemplo, esta discusión hipotética entre dos estudiantes: “¡Eso no es un cuadrado! ¡Es demasiado gordo!” “Te digo que es un cuadrado. Tiene cuatro lados rectos, ¿ves? ¡Uno, dos, tres, CUATRO! No importa que lo haya engordado.” The Greedy Triangle (2008), el libro de Marilyn Burns sobre formas y polígonos, explora el dilema de los estudiantes al contar la vida de un triángulo aburrido, que visita a un cambiador de formas, para agregar más y más lados y ángulos a su forma para hacer su vida más interesante. ¿Dónde estaríamos sin el cero? Esa es la pregunta abordada en el libro de Joan Holub, Zero the Hero (2012), donde el superhéroe con capa muestra que su valor es innumerable. Coyotes All Around (2003), de Stuart J. Murphy, aborda el tema del redondeo. En estos libros y en muchos otros que se pueden encontrar en el sitio web de Tumbleweeds,sftumbleweeds.com, los lectores son llevados a lugares lejanos para resolver problemas, enfrentar desafíos y enfocarse en diferentes situaciones. Al hacer preguntas infantiles relacionadas con las matemáticas mientras leen un libro, aprender matemáticas se convierte en un juego de lenguaje. Cuando se les anima a explicar lo que está sucediendo en el libro, los lectores están aprendiendo matemáticas y ni siquiera se dan cuenta. Preguntarles cómo habrían resuelto los problemas, les brinda la oportunidad de usar símbolos y símbolos matemáticos para explicar sus ideas. En el libro The Lion’s Share: A Tale of Halving Cake and Eating It, Too (2009), Matthew McElligott incorpora multiplicaciones y fracciones en un animado libro ilustrado. Se invita a una hormiga a la cena de los leones, donde todos deben mostrar su mejor comportamiento, pero al final no lo hacen, se comen todo el pastel y no dejan nada para el anfitrión. Pare de leer después de que los asistentes a la fiesta muestran mal comportamiento y haga la pregunta: “¿Cómo resolverías el dilema de no tener ningún postre para compartir?” Continúe leyendo para ver cómo la hormiga resolvió el problema. Para continuar con fracciones, lea el delicioso cuento de Bruce McMillan, Eating Fractions (1991). Apple Fractions (2002) de Jerry Pallotta, o Pizza Pizzazz (2002) por Carol A. Losi. El libro de Pallotta es una excelente introducción al tema, y usar una manzana real mientras lee, modela las partes fracción de las manzanas en el libro. O lea sobre Mario, el hombre pizza, que hornea las pizzas perfectas en su planeta Pizza para dos adolescentes, tres bomberos, cinco granjeros y una mujer con siete perros. Creo que entiendes la idea: las pizzas se cortan en diferentes números de pedazos según el tamaño de los grupos. En el bellamente ilustrado libro One Grain of Rice: A Mathematical Folktale (1997)de Demi, los lectores son llevados por un país a través de todo el mundo y se les presenta una cultura diferente y una nueva palabra para un rey: raja. La pregunta a responder es: ¿Cómo puede un grano de arroz hacer la diferencia? Los alumnos usan números de seis y siete dígitos para contar cuánto arroz acumula Rani, una niña de la aldea, al recibir el doble de arroz cada día, durante 30 días. El primer día un grano, el segundo día dos granos, el tercer día tres, y así sucesivamente. ¿Qué crees que sucede después de 30 días? Puedes el libro para averiguarlo. Este fascinante cuento popular incorpora los conceptos de valor posicional. A menudo, los alumnos tienen dificultad para el número 4,096, uno de los números que encuentran, porque tiene un 0 en él. Este puede ser un buen momento para leer el libro Zero the Hero. En The Great Divide (1991) de Dayle Ann Dodds, los lectores se vuelen parte de una carrera emocionante. Antes de darse cuenta, han resuelto un problema de matemáticas para reducir el campo de los corredores mientras participan en un maratón matemático a campo traviesa. La competencia empieza con 80 corredores uno al lado del otro, pero después de encontrar muchos obstáculos naturales, ¡la mitad se queda, sus neumáticos se revientan! La otra mitad continúa, nunca se detiene. Dodds enseña la división al contar una historia, en lugar de describir cómo funciona. Con sus coloridas ilustraciones, los lectores se sienten atraídos por el libro sin darse cuenta. Otro libro que refuerza el concepto de división es Divide and Ride (1997) de Stuart J. Murphy. Es una excelente manera de lograr que los lectores utilicen el vocabulario matemático; “grupos de”, “conjuntos de”, “residuo”, número de niños “por” asiento, y “dividir” al volver a contar la historia. El autor incluye varias actividades al final para que los lectores “extraigan” contenido matemático adicional del libro. Mucha gente piensa que la literatura infantil y las matemáticas son incompatibles. Subestiman el papel que puede desempeñar la literatura en el fortalecimiento de la comprensión matemática, el conocimiento y las habilidades de los niños. En algún momento, se decidió enseñar matemáticas y literatura como materias que rara vez se cruzan. Pero aquí, las matemáticas y la literatura son dos caras de la misma moneda. Para mí, la literatura sirve como un catalizador natural para estimular el pensamiento de los niños a medida que aprenden sobre el mundo de los números en su vida diaria y para darles sentido. Las historias o poemas con temas de matemáticas llevan a los lectores a carnavales y fiesta, a viajes, casas o lugares lejanos, conectando las matemáticas con historias de alto interés, proporcionando puntos de partida para conversaciones significativas que mejoran el sentido numérico, celebran las matemáticas como un idioma, integran las matemáticas a través del currículum y facilitan la visualización de conceptos matemáticos fuera de los libros de trabajo poco emocionantes. La literatura facilita a los lectores el pensar, hablar y escribir más allá de lo convencional sobre las matemáticas.
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